Ser o no ser ecológico

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Muchos se sentirán identificados con lo de trabajar mucho y ganar poco. Y los que no son del ramo se preguntarán: si trabajan mucho y ganan poco ¿Por qué siguen?

Años atrás, alguno respondería: porque no sabemos hacer otra cosa. Pero no es verdad, los agricultores y ganaderos saben de muchas cosas: mecánica, negociación, agronomía, veterinaria, economía, construcción,…y son ampliamente demandados por su capacidad resolutiva para cualquier empleo.

La respuesta es muy simple. Porque les gusta. Pero ese placer es más profundo: porque lo han mamado, porque lo viven, porque lo llevan en la sangre. Sí, la sangre, los genes. En esas personas se concentran desde sus antepasados genes que les hacen sentir de una forma especial “la llamada del campo”, de las plantas y de los animales, del suelo, de los árboles. De las semillas que brotan y las hembras que paren.

En nuestro mundo de coches, edificios, ordenadores, electrodomésticos y habitaciones, la naturaleza también nos atrae, cada vez más. Cada vez más tenemos mascotas y viajamos a montañas y reservas. Exigimos parques y protección a especies salvajes. Nos gusta, pero no lo entendemos. Ellos sí.

Hoy en día sobreviven pequeños agricultores y ganaderos que aún viven en perfecta comunión con la naturaleza. Que conocen e identifican a todos los animales de su rebaño, a cada uno de sus árboles y los recovecos de sus fincas. No han crecido como otros, que ya son empresarios con empleados, porque no han ambicionado eso a costa de perder el contacto con lo que aman. Lo viven y sobreviven. A duras penas.

La población rural se ha ido reduciendo a toda velocidad y los campesinos han ido asumiendo las propiedades de los que abandonaban, pero de una forma asimétrica. Los hay que han aprovechado las fuentes de financiación y las nuevas tecnologías para crecer más y más. Muchas veces no han sido ni siquiera personas de campo, sino familias acaudaladas o corporaciones. Al tiempo que han crecido en hectáreas o cabezas, han crecido en productividad y esto ha permitido bajar precios. Y pasamos de unos tiempos donde el objetivo era producir, como fuera, porque siempre había alguien que se lo comía, a los actuales donde hay que producir más barato, a costa de lo que sea.

Cuando digo lo que sea, no digo cometer ningún delito. Digo usar herramientas como los fertilizantes y los piensos, cada vez en mayores dosis. Todos sabemos que el sabor y la concentración de nutrientes de esos alimentos producidos ha disminuido. La imagen no. Hoy se come con los ojos.

También se vive con los ojos. Especialmente en España. Sacrificamos nuestra economía en dar una imagen de coches, ropa y casas que nos haga sentirnos bien de cara a los demás. Salimos y gastamos. Los pequeños productores agrarios no tienen tiempo para salir, ni les queda cerca, ni se lo pueden permitir. Los que ya no lo son y disfrutan de su tiempo libre y de su imagen, les hacen sentirse mal.

Sin embargo, no todos los que viven en las ciudades quieren comer lo más barato y no saber cómo y dónde se ha producido. Se han informado y saben que las plantas y los animales son cada vez menos resistentes a plagas y enfermedades y que los pesticidas y medicamentos usados pueden estar presentes en los alimentos. Les preocupan los daños en la naturaleza de los herbicidas e insecticidas. Saben que hay agricultores y ganaderos que producen en ecológico, que es producir como se ha hecho toda la vida, en consonancia con la naturaleza. Familias con sabiduría y honestidad a las que esos ciudadanos admiran y envidian.

Para atender a estos consumidores más cultos y más sensibles, estos productores tienen que seguir trabajando mucho, como hicieron sus padres, pero vuelven a recibir algo más por sus productos y dejan de sentir la presión de los grandes. Los grandes productores y los grandes supermercados.

Y esto de volver al pasado ¿tiene futuro?

Resulta que todas las herramientas que están restringidas en ecológico, las están prohibiendo o restringiendo en convencional. Los antibióticos, el glifosato…

Resulta que toda la burocracia y papeleo que se exigía a los de ecológico, ahora también ha llegado a los demás.

Resulta que los que han abusado de razas, estirpes y variedades super seleccionadas y super productivas ya no consiguen más mejoras y vuelven a otras más rústicas y resistentes.

Resulta que los que pensaban que el suelo era solo superficie, ahora descubren que es también profundidad. Que el suelo está vivo. Que algunas prácticas lo matan. Que la biodiversidad es abono y lucha contra las plagas. 

Resulta que los que, en vez de gestionar animales y plantas, gestionaban empleados, ahora no encuentran empleados. Menos aún que entiendan, amen y cuiden con perseverancia a animales y plantas.

Resulta que llega una era de aranceles, guerras y agotamiento de recursos, lo que encarece agroquímicos y agro físicos (máquinas y otras inversiones).

Resulta que Europa se plantea si seguir gastando tanto dinero en la PAC o restringirlo solo al que haga una Europa más sostenible en lo ambiental y lo social.

Resulta que nadie sabe, pero todos van a saber, que, para luchar contra el cambio climático, no es solo cuestión de emitir menos, sino de captar más. Y nada capta más que un suelo con cobertura foliar, con siembra directa, con pastoreo, con agricultura regenerativa.  Resulta que es mejor subvencionar esto que los coches eléctricos.

Resulta que los hijos de ganaderos y agricultores en ecológico quieren seguir el camino de sus padres, porque creen en lo que hacen, encuentran parejas que amen la naturaleza y vivir en el medio rural y que valoren más el ser que el tener.

Resulta que la gente sabe que va a vivir más, sean ricos o pobres. Quiere vivir mejor, sin enfermedades degenerativas o alérgicas. Y saben que los alimentos ecológicos algo mejor tienen que los otros. Y aplican esa frase antigua de QUE LOS ALIMENTOS SEAN TU MEDICINA Y TU MEDICINA SEA LOS ALIMENTOS. Resulta que los antiguos ahora son los modernos. Y lo moderno es volver a lo de antes. A lo de siempre.  

Alfonso Raffin del Riego
Veterinario y Consultor
Director Comercial de Green Crops
Autor de la novela LECHE DE VACA