Reflexiones sobre la situación actual del sector de elaboración de aceite de oliva

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Juan Vilar Hernández es analista oleícola internacional, consultor estratégico, profesor en excedencia de la UJA y agricultor

La situación que se ha vivido y se está viviendo en el sector del aceite de oliva actualmente es inédita. Nunca en la historia se había reducido tanto el consumo en España. Cayendo en más de un 47%, estamos ante la mayor crisis de oferta de aceites de oliva de la historia reciente.

El elemento crucial en la actualidad residió en la necesidad imperante de precipitaciones. Las cosechas disminuidas y los precios elevados son desafíos que solo pueden abordarse mediante la disponibilidad de agua. La escasez de oferta, no la elevación de precios, limita las ventas de aceite de oliva.

La reducción del consumo refleja directamente la disminución en la producción, que se ha visto afectada significativamente por condiciones climáticas adversas. El actual precio es una consecuencia directa de estas condiciones.

No obstante, más allá de este factor, consideramos que es urgente que las autoridades gubernamentales tomen medidas significativas para implementar las infraestructuras hidráulicas esenciales necesarias. Estas no solo serían beneficiosas para el sector del olivar, sino para salvaguardar el futuro de la agricultura en España.

España no es un país seco, es un país donde el agua no se optimiza de forma adecuada. Es la primera vez en la historia que los aceites de oliva no suponen ni tan siquiera el 1% del total de grasas animales y vegetales, o que Estados Unidos está entre los dos mayores consumidores de aceites de oliva del mundo, al margen del nivel de precios.

En cuanto a los precios acaecidos, los factores son fundamentalmente cinco: la climatología, la producción, el consumo, la oferta (producción más enlace), y la superficie, aunque este último es un factor a largo plazo multiplicador a la baja de las cotizaciones, estos son los catalizadores fundamentales en la formación de precios en origen, así como la combinación de los mismos traducidos en forma de incidencia.

La climatología ha afectado mediante una serie de circunstancias, como son la caída de las precipitaciones, que incide de forma negativa en la producción, ajustándola ésta a la oferta, acabando en primer lugar con los enlaces de campaña, y posteriormente creando una oferta inestable que se somete a una demanda potencial estable, e incluso creciente.

El único modo de búsqueda de equilibrio entre oferta y demanda potencial, es vía precio, estos se elevan, el consumo se adecua a la oferta, y en un momento determinado por un cambio de ciclo, las ansiadas precipitaciones cambian la tendencia de la producción al alza, multiplicada por la expansión experimentada por la superficie, comenzando el proceso a la inversa; y adecuando la oferta real a una demanda igualmente real, que se expande del mismo modo vía precio, en este caso a la baja. Todo ello, dependiendo del exceso de oferta y la concatenación de producciones razonables o nominales en el tiempo, y la rapidez con que la demanda absorba el excedente puntual de aceites de oliva en el mercado.

Se trata de ciclos sucesivos, que en los últimos 30 años se ha consumado con cuatro periodos de bajos precios en origen y tres de elevados precios, 16 contra 14 años. En cuanto a la superficie, solo es multiplicador de precio a la baja y, de carácter estructural, jamás un incremento de superficie podría elevar los precios.

Es evidente, y así lo parece, aunque de forma no 100% clara, que estamos ante un potencial cambio de ciclo, debido a las recientes lluvias, es decir, este punto de inflexión de cambio de ciclo. No está aún claro en el calendario, pero las expectativas así lo prevén, esto generaría una caía en las cotizaciones, radical, de unos dos euros en línea recta y de pendiente pronunciada; y de forma gradual, hasta principio de campaña irá cediendo con una pendiente menor, mucho menor.  Si no se ratifica este cambio de ciclo, la evolución al alza de los precios es imprevisible y sus efectos nocivos y perniciosos en el mercado, invalorables, sin hacer ningún tipo de comentario al respecto de la catástrofe genérica que ocasionaría la falta de precipitaciones. La potencial caída de precios, por el efecto oferta afectará más al lampante y el virgen, en el caso de los vírgenes extra la situación es distinta. 

En cuanto al consumidor de aceite de oliva, estuvo siendo fiel al producto, pero al incrementarse los precios debido a la crisis de oferta, le está afectando a su renta directamente. Por lo tanto, optó por comprar más a menudo y en formatos más pequeños para no inmovilizar tanto dinero. Además de ser menos generoso en el consumo de aceite de oliva.

También, otros consumidores de aceite de oliva, se están desplazando de categoría de precios optando por aceites de oliva que proceden de la aceituna, pero en momento distinto de elaboración, como es el aceite de orujo, cuya demanda se incrementó en un 158% durante 2023. Todo ello ha generado un escaso crecimiento en las cotizaciones, y en la demanda del sustitutivo por excelencia en España a los aceites de oliva, el aceite de girasol, que ya sí manifiesta un incremento de precios, y de demanda.