El agua en la provincia de Jaén. Retos de futuro desde la sostenibilidad

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  • Vicente José Gallego Simón
    Universidad Internacional de Andalucía
  • Encarnación Moral Pajares
  • Antonio Garrido Almonacid
  • Blas Ogáyar Fernández
    Universidad de Jaén
  • Juana Nieto Carricondo
    Olivarum. Fundación Caja Rural de Jaén

Este artículo es parte del Informe Anual de Coyuntura del Sector Oleícola 2023. Director: Manuel Parras

La memoria completa se puede consultar en este enlace.

El agua es vida. Estamos ante un elemento de primer orden, fundamental, para la fijación de población en el Valle del Guadalquivir, y eso es algo que la Administración hídrica debe tener muy en cuenta; pero también el sector agrario debe concienciarse de la necesidad de ser sostenible, y esa sostenibilidad ha de pasar por el incremento en la eficiencia del regadío, a través de una constante inversión en la mejora de infraestructuras capaces de ser cada vez más eficientes en el uso del agua. Conviene no olvidar que el olivar es un cultivo que genera un valor añadido indudable y supone, en muchas ocasiones, una formidable red de seguridad para las economías rurales de la Andalucía interior.

Porcentaje de superficie regada sobre el total de superficie agraria útil

Fuente: IECA. Elaboración propia.

Debemos asumir como una realidad incontestable que la Cuenca del Guadalquivir camina de forma decidida hacia el monocultivo olivarero, si bien es verdad que, complementado con otros cultivos leñosos como el almendro, una tendencia ésta que corre pareja a la intensificación de las explotaciones, ya sea por arranque de plantaciones tradicionales, ya por ampliación sobre terrenos hasta entonces ocupados por otros productos más demandantes de agua, como el algodón o el arroz. De hecho, el Valle del Guadalquivir lleva camino de convertirse en uno de los reservorios más importantes de olivar o almendro en producción intensiva del planeta; en este sentido, baste señalar que las 100.000 ha de olivar superintensivo ya plantadas allí pueden albergar ya un 5% de la producción mundial de aceites de oliva, o que el conjunto de terrenos olivareros regados en esa zona aglutinan el 20% de los aceites de oliva obtenidos en el mundo.

No obstante, debemos advertir de los riesgos de carácter ambiental a los que debe enfrentarse el olivar andaluz y jiennense en los próximos años, riesgos derivados de la sobreexplotación de recursos hídricos en una cuenca claramente deficitaria; de la generalización de métodos de producción más intensivos en el uso de inputs y en donde la dependencia energética cada vez es mayor; de la contaminación y deterioro en la calidad del agua y la tierra, soportes imprescindibles para el desarrollo de la actividad agraria; o de la pérdida de jornales derivada de la mecanización integral del proceso de recolección de la aceituna, algo consustancial a las formas hiperintensivas de producción.

Caminamos, además, hacia unos modelos marcados por la gradual desaparición del componente familiar en la gestión de la explotación, proceso que corre paralelo a la necesidad de una mayor profesionalización en dicha gestión.

En este contexto, la mayor productividad del olivar de regadío frente al secano plantea como necesidad el tratamiento adecuado de los efluentes hídricos urbanos de la provincia jiennense y su reutilización en el riego agrícola. Para ello, resulta necesario abordar las deficiencias existentes en la gestión de este recurso, que condiciona su reutilización. En primer lugar, se debe aumentar el volumen de aguas tratadas, con nuevas instalaciones en municipios que siguen vertiendo sin tratar, como es el caso de Torredonjimeno, Lopera o Porcuna. En segundo término, han de impulsarse nuevas inversiones para modernizar las plantas en funcionamiento e implantar sistemas de tratamiento secundarios y terciarios, tal y como exige la nueva normativa europea sobre calidad de las aguas reutilizadas. En tercer lugar, resulta necesario acometer las actuaciones necesarias para fomentar el uso de este recurso hídrico no convencional en el riego agrícola, para lo que es fundamental el papel de las autoridades locales y las comunidades de regantes, permitiendo reducir la presión sobre los recursos hídricos tradicionales. En este sentido, conviene que las administraciones públicas y las empresas colaboren para conseguir recursos financieros que permitan llevar a cabo las inversiones necesarias y, además, se propicie la capacitación y transferencia de tecnología para un mejor aprovechamiento de las aguas residuales urbanas en el sector oleícola jiennense.

Desde el punto de vista de la calidad del agua en nuestros regadíos, es necesario crear un observatorio permanente de la calidad de las aguas empleadas en el riego en relación con los contaminantes conocidos, así como de los emergentes y los derivados de ambos. En relación con las (EDARs), hay que revisar la capacidad de estas plantas para eliminar el volumen y variedad de contaminantes emergentes, y evaluar la situación de cada punto emisor y de cada cuenca, ya que la ineficacia de la mayoría de ellas para la depuración de los contaminantes emergentes en las aguas pone en evidencia el peligro que puede suponer la reutilización de agua resultante de la depuración de residuales, y, sobre todo, en la recarga de acuíferos. En este sentido, resulta especialmente preocupante el tratamiento que reciben los lodos de las depuradoras utilizadas actualmente en muchas explotaciones agrícolas, sin un control de residuos lo suficientemente efectivo.

Asimismo, se debería incrementar la investigación destinada a diseñar métodos analíticos para la detección y valoración de los contaminantes emergentes y sus derivados, desarrollando estudios ambientales, de biodisponibilidad, de degradación y de toxicidad, y los laboratorios que dan servicio en materia de analítica de aguas necesitarán adaptarse en cuanto a medios y técnicas para la detección de los contaminantes emergentes, además de los habituales, ya que la detección de muchos de ellos requiere de medios técnicos, a menudo, muy sofisticados y costosos.

Por último, y desde el punto de vista energético, apostamos por la intensificación de la colaboración entre la Universidad de Jaén, distintas administraciones públicas como Junta de Andalucía y Diputación, y organizaciones representativas de los sectores agrarios y agroalimentarios a escala provincial implicados para que cooperasen en la elaboración de un plan de actuación para el estudio y la creación en muchos lugares de nuestra provincia, allí en donde se pudiera dar esa complementariedad de usos en almazaras y comunidades de riego, de comunidades energéticas a partir de la explotación de energías renovables. ¿Se imaginan, si fuera factible, lo que supondría para Jaén en términos económicos y sociales el abaratamiento del coste de la energía, por un lado, y la autosuficiencia energética por otro?